URIEL
Mayo 2016
Nota: esta canalización forma
parte de un conjunto de canalizaciones que acompañarán nuestra resurrección en
este mes de mayo.
Soy Uriel, ángel de la Presencia y Arcángel del Retorno.
Muy amados niños de la ley del Uno, a través de mi Presencia, a través de mis
silencios y a través de mis palabras, acojámonos en la Paz del Único.
… Silencio…
Mientras Mikaël desgarra el cielo con su Presencia, mi
Presencia en el Blanco del Único viene dentro vuestro a despertaros ante
vosotros mismos. Así es la hora de la Resurrección y de la Paz, así es el
tiempo del Amor que ya no cuenta el tiempo ni tampoco cuenta las horas, a fin
de vivir la serenidad y la eternidad de la Paz, fueren cuales fueren las
circunstancias. Entonces - como Él dijo hace 2000 años - también os digo :
« Paz », Paz en vosotros y Paz en este mundo, fueren cuales fueren
los dolores del parto.
Escucha, hijo del Único, tú que estás aquí, tú que
oyes, tú que lees y tú que estás en silencio en mi presencia. Unámonos en el
Uno y en el Único. En la Verdad y en la Unidad, en el Blanco inmaculado de la
virginidad te recibo, como te reciben los Mundos Libres en la ronda de los
planetas, en la ronda de las estrellas. En la Fuente como en el Absoluto se
despliega la conciencia libre y liberada de toda ofensa y de toda obligación. Tú,
oye. Oye la hora de tu resurrección pues resuena el canto del cielo y de la
Tierra, pues canta tu corazón exultante ante la verdad y lo inefable del
Cristo.
Detente ahí donde estás. Deja toda carga y toda queja
en el corazón del Único donde el Fuego Ígneo viene a transfigura lo que queda
por transfigurarse todavía fraguando tu inmensidad y tu eternidad. Detente, en
todo lugar y en todo tiempo. Deja ahí las ofensas hechas a tu eternidad así
como aquellas hechas a cada cual en el seno del encierro.
Observa y escucha. Es hora para la Luz, es hora para
María, es hora para tu Presencia como para tu Ausencia. Es hora para el Único.
El tiempo ya no se cuenta ni se mide. En el espacio donde se desvanece el
tiempo, en el tiempo donde se desvanece el espacio, ha llegado la hora de la
Resurrección. Anunciadas por el Coro de los Ángeles, las Trompetas del
apocalipsis tocan la hora del fin de lo que no es verdad y la hora del renacimiento
y de la Resurrección de lo que jamás ha podido desaparecer. Entonces aparece
ante ti mismo, en el resplandor del Fuego Ígneo, en el resplandor del Cristo,
en la Gracia del Espíritu del Sol y a través del Coro de los Ángeles. Mi
invitación es a que te reencuentres en totalidad, a que te reencuentres contigo
mismo y a reencontrarme con cada cual, en el corazón del Uno, en el Corazón del
Corazón.
Oye, oye tu corazón cantar su propia Resurrección. Oye
tu corazón vibrar y vivir de otra manera, en una nueva octava de la
manifestación libre en el seno de los Mundos Libres. Abre lo que todavía te
parece necesitar alguna apertura. Nada ha sido cerrado jamás, nada ha
desaparecido jamás sino que se ha apartado del ojo de tu conciencia. Hijo del
Único, hijo del Verdadero, hijo de lo bello, es hora del parto, es hora de la
Resurrección.
Acalla los ruidos de este mundo, acalla las voluntades
de la persona, acalla lo que no dura y deja que la Eternidad aflore y aparezca
en el mismo seno de tu mundo, ahí donde el tiempo y el espacio viven sus
tiempos contados, sus tiempos finales. Ha llegado el tiempo del cordero en que
el sacrificio de vuestras vestiduras pasará a la Eternidad, en que nadie juzga
a quien sea, salvo tu propia conciencia desde el lugar donde está, desde el
lugar donde sueña con estar a fin de que estés saciado, a fin de que ninguna
carencia se dé según el juego de tu conciencia, según el juego de la vida.
Muy amado hijo único, tú, nacido en los dolores de
este mundo, nacido en la apertura hacia el Gozo, la Paz y la serenidad, no hay
fin alguno, excepto para lo que tiene fin, no hay comienzo alguno para lo que
jamás ha desaparecido, no hay mitad alguna para quien está en medio de sí en
cada instante y en cada momento. Abre las compuertas del Amor, abre lo que
merece aparecer en el seno de la belleza, en el seno de la Verdad. Oye y
escucha y – sobre todo – ve ahora la consecuencia y el regocijo de tus acciones
realizadas en la superficie de este mundo en busca de tu eternidad.
Ahora mirando hacia ti y en ti te descubres solo y con
el Todo ahí presente. En soledad, en cada uno, es la misma danza, el mismo
silencio, el mismo estupor, el mismo gozo, el mismo espanto, la misma y sola
verdad llamada Amor y Luz. Donde ninguna duda puede aparecer, donde ninguna
mente puede funcionar sola, dejando espacio a los Jinetes procedentes de los
Elementos y abriendo la ronda del Éter, restableciendo el Éter de vida y de
verdad en este mundo, en sus profundidades así como en la superficie. Mira el
cielo, mira la tierra, a fin de ver el Verdadero. Queda a media distancia de
uno y otro, en el Centro del Centro, en el Corazón del Corazón, ahí donde mora
la Verdad, ahí donde mora la Eternidad.
Y recuerda, escucha y oye a través de mi Presencia y
de mi Silencio el canto del Verdadero, el canto del Silencio, la verdad de la
Infancia, la verdad del Amor. Aquel que no sabe de condición alguna, de
restricción alguna ni de ímpetu alguno. Sé inmutable. Sea cual sea el juego de
tu conciencia en este mundo como en todo mundo, sea cual sea tu origen y sean
cuales sean tus linajes, sea cual sea tu edad y sea cual sea tu sexo, sea lo
que sea a lo que te hayas adherido, déjalo desvanecerse pues nada de eso te
pertenece en verdad y nada de eso es verdad.
Mi invitación es a que entres en el Blanco inmaculado
del renacimiento y de la Resurrección. Mi invitación es a que te nutras de
aquel Blanco, a que te nutras de aquella Unidad procedente ya no de mí, ya no
de unos u otros sino solamente de ti mismo frente a ti mismo. Deja resonar lo
que debe aparecer, deja que se vea lo que debe ser visto y deja desvanecerse lo
que se desvanece por sí mismo en los tiempos de lo efímero que llegan a su fin.
Ahí está el momento, ahí está el espacio donde te sitúas, donde acontece lo que
ha de acontecer, ahora y en cada respiro.
Óyeme, hijo del Único, escúchame y veme a fin de verte
en la inmaculada concepción de tu belleza virginal y eterna en la que estás en
adelante inscrito, preparándote de la mejor forma para los ritos de la
Transición y para los ritos de la transmutación conducentes a emerger
finalmente en lo que eres. Cada fin es un principio y cada principio es un fin.
Así son los ritmos en el seno de este mundo que caminas. Sin embargo están
ausentes en aquéllos que caminarás en los albores de tu eternidad, en los
albores de este mes naciente que ha de traerte más Gozo aún, más Paz aún y más
verdad eterna en cuanto a tu esencia.
Hijo del Único, tú, sí, ve. Ve lo que eres y acepta
íntegramente la verdad de tu ser, la verdad de tu esencia, más allá de todo parecer
y más allá de todo nacimiento. Tú que has re-nacido a través del Fuego Ígneo, a
través del Coro de los Ángeles y en presencia del Espíritu del Sol, en
presencia de los ángeles, en presencia de las Estrellas, de los Ancianos y de
todo cuanto vive en el seno de la Unidad y en el seno de la conciencia, estás
convidado ya no a las bodas efímeras sino más bien a la realidad de la
Eternidad, a la verdad Una e indisociable de cada conciencia, de cada ser,
donde todo es Uno en verdad y en unidad.
Amado del Uno, tú que estás ahí, de pie o tendido, tú
que estás ahí con los ojos cerrados o abierto, tú que estás esperando a tu
propio corazón en su magnificencia, despójate de todos tus adornos, de todas
tus creencias, de todas tus palabras y de todas tus historias pues nada de eso
te pertenece en el seno de lo efímero. Todo eso sólo pasó y se desdibuja ahora
en las angustias de la dicha por fin recuperada o en curso de recuperación.
Detente y deja toda carga. Siéntete libre a fin de ser
liberado. Siéntete libre a fin de librarte de tu misma conciencia. Abarca con
la misma mirada y con el mismo amor el conjunto de las circunstancias de este
mundo así como de tu cuerpo y reencuéntrate. Lanzo hacia ti este llamado, aquel
de mi Presencia y de mi Ausencia, así como de mis silencios en el Templo
sagrado de tu corazón, ahí donde mora y ahí donde viene Aquél que nunca nació
ni nunca murió.
Olvídate de las angustias de toda separación y de toda
carencia pues en la vida eterna resucitada nada puede faltar de lo que ornamenta
real y eternamente la conciencia misma en cualquier plano que sea. Tú, sea cual
sea el plano del que provengas, instálate más allá de todo plano, en la Morada
de Paz Suprema, ahí donde no existe interferencia alguna ni disonancia tampoco.
Mi invitación es a que estés presente, mi invitación es a que desaparezcas en
la beatitud eterna del Amor, recuperando así el Agua de Vida que pone fin a
toda sed y a todo sufrimiento.
Detente y escucha ahora en silencio lo que tengo que
decirte en el Templo de tu corazón. Detente y descansa a fin de que me instale
en tu centro y en tu silencio, a fin de que te muestre lo que eres, a fin de
que te haga experimentar lo que eres, desde ya, si así lo acoges y lo aceptas.
Así corre la verdadera Vida en el Único, así va la experiencia libre de todo
sufrimiento y de toda dualidad.
Mi invitación es a que te instales en tu corazón, mi
invitación es a que te recojas conmigo, en tu Templo, ahí donde tú y yo somos
Uno. Mi invitación es a que te tiendas en reposo, a que te tiendas en el
silencio, a que te tiendas y dejes que la obra de la Resurrección opere. Ella
no requiere de ti, ni de tus dudas, ni de tus exigencias, sino solamente de tu
sí, definitivo, real e irremediable ante tu eternidad.
En el Blanco de mi Presencia, en la blancura virginal
de tu corazón ardiente, deposito en ti el Fuego Ígneo, deposito en ti las
semillas de la vida eterna, revelándose en este mundo como en ti.
Te invito, por fin, a amar sin diferencia y sin
distinción lo que la vida te dé. Te invito a la vida eterna. Escucha el sonido
de tu propia resurrección. Escucha el silencio de tu libertad. Ve el Blanco
inmaculado de la pureza trascendiendo así toda forma y todo límite de forma.
Mi invitación es a que descubras y vuelvas a descubrir
el sin-forma y el sin-nombre.
… Silencio…
Ahí - lentamente y poderosamente - la Evidencia se
abre camino en los albores de este mes y de este año.
… Silencio…
Ahí – ahora y en seguida – descansemos juntos, mano en
la mano y corazón en el corazón. Del mismo modo, invita - tú también – todo lo
que pueda parecerte – en ti como en el exterior de ti – opuesto a la Luz,
reticencia, resistencia o miedo, a fundirse en el sin-nombre y el sin-forma de
mi Blanco.
… Silencio…
Te invito al Éter de vida, a la Nueva Eucaristía, te
invito muy simplemente a la verdadera Vida. Recoge en tu Templo, vasija sagrada
de la Eternidad, la sangre del cordero. Te invito a la comunión perpetua, a la
celebración eterna del Amor y de la Luz. Aquello – aunque esté dormido todavía
en ti – no podrá seguir así pues la hora del despertar ha llegado.
Entonces tocan las Trompetas en tu corazón. Entonces
se elevan en ti los cantos del alma o los cantos del Espíritu. Entonces se
revela en ti el canto del amor, sinfonía perpetua del Coro de los Ángeles,
alabando a la Vida y llenos de vida ellos mismos.
… Silencio…
Ofréndate a la
Verdad, ofréndate al gozo infinito del éxtasis perpetuo. Ahí donde te encuentras, con los pies en la tierra,
transmuta, deja que se realice la efusión de lo que ya está y entiéndelo.
Podría decirte: amigo, amado, hermano. Aunque yo no
sea humano, eres lo mismo que yo, aquel ángel de luz, aquel ser de perfección
que no hace sino vivir la voluntad de la experiencia, la voluntad de la Fuente,
sin distancia alguna ni error tampoco.
… Silencio…
Vengo a resonar en ti como tú resuenas en mí, a fin de
que ninguna razón pueda interferir en este canto del Amor.
… Silencio…
Tú, cuyo corazón palpita y salta de alegría mientras
caminas al encuentro de Aquel que vuelve como se fue, por los cielos, vestido
con tu vestidura de luz o vestidura de eternidad, con tu vestido sin costura,
deja que el Corazón del Corazón trabaje y tú descansa. Ya no queda nada que
esperar ni siquiera que temer pues la pantalla de este mundo como la pantalla
de tu persona te muestra lo que está presente en tu corazón y en tu puerta.
… Silencio…
Detente y ve lo que ningún ojo humano ha visto jamás y
ve lo que ningún discurso puede traducir, lo que ninguna palabra puede
alcanzar, lo que no requiere de razón alguna ni causalidad tampoco.
Tú, que renaces de nuevo, hazte espacio en mí.
… Silencio…
Entonces juntos
nos acomodamos. Entonces
juntos acogemos la coronación de tu obra. Entonces juntos colocamos bajo tierra
lo que ha de retornar a la tierra y entregamos al cielo lo que proviene del
cielo, a fin de que nunca más el cielo y la tierra estén separados o divididos.
Ve el canto y la danza del Amor tales como se presentan más allá de toda forma
y toda dimensión.
… Silencio…
Escucha. Escucha y ve lo que quiero que oigas, el
canto de la Evidencia, el canto del Amor, el canto del Único. Tú, Hijo Ardiente
del Sol, renace de nuevo, enjuaga las lágrimas del pasado y cámbialas por
lágrimas de alegría en el reencuentro. Tú – cuya voz se convierte en Verbo –
levántate y camina. Vuela conmigo en los espacios de la Libertad, en los
espacios de la Unidad.
… Silencio…
Detengámonos, tú
y yo. Ahí donde estás
y ahí donde estoy no queda distancia, no quedan barreras. Solamente está la
resonancia del Único.
… Silencio…
Ve, ve tu
Infinita Presencia. Ve tu Morada
de Paz a fin de que nunca más la Luz parezca apagarse.
… Silencio…
Suelta lo que requiere soltura. Relájate, permite que
la confianza en tu eternidad se revele por completo.
… Silencio…
Y - en la ronda de nuestras dos Presencias fundidas en
Una - cantamos juntos las alabanzas a la Luz y al Amor. Estemos ahí donde
ninguna palabra puede describir lo que es.
Ahí, en el eterno reposo donde nada cuesta, donde
ningún esfuerzo es aparente, te invito a todos los posibles del Amor, te invito
a reconocerte por fin y a verte así en tu eternidad. Acoge el bautismo del
Espíritu y celebra tu resurrección como lo celebro contigo y en ti.
… Silencio…
Y ahí, juntos, donde no queda diferencia entre tú y
yo, te invito a estar en el ser o más allá de todo ser, celebrando juntos el
misterio de la Resurrección y el misterio de la Vida.
… Silencio…
Presta atención y abre los ojos.
… Silencio…
Permite que el bautismo del Espíritu haga su camino en
tu corazón. Acoge a cada uno como yo acojo a cada uno, incluso a quien reniegue
de ti o exprese ira. Acoge sin restricciones y sin excepciones y ve los
resultados y las consecuencias.
… Silencio…
Siente como esta Vida nueva florece en ti y respira.
… Silencio…
Entrégate íntegramente pues todo cuanto no entregues a
ti mismo queda perdido. En el Amor no puede haber pérdida pues todo es ganancia
y todo es provecho, no en el sentido venal de la tierra sino en cuanto a
provechos de la experiencia de la conciencia y de la Vida.
… Silencio…
Así descubres
que todo se ha cumplido y todo se ha realizado. Permanece en paz y en eternidad.
Hazte espacio donde nada puede oponerse, donde nada
puede ser contrario. Ven y sígueme, caminando así en tus propios pasos,
aquellos de tu eternidad.
… Silencio…
Y ahí juntos, en mi Blanco y en tu Blanco, desaparece
toda idea y toda sensación de ser alguien en el seno de este mundo.
… Silencio…
Ve y escucha aquel silencio tan lleno con todos los
cantos y todas las danzas de la vida. Así coloco en ti, no mi sello sino, el
sello de la Libertad que no sabe de trazado alguno ni de geometría tampoco porque
es esencia libre de toda vida.
… Silencio…
Así se delinea en ti el equilibrio del acuario, Agua
fecundada y vivificada por el Fuego Ígneo.
… Silencio…
Tú que me has oído y me has visto, te ves por fin tal
como eres, más allá de la forma y más allá de la historia.
… Silencio…
Ve lo que te ofrezco y que te devuelve lo que eres.
… Silencio…
Así canto en ti el canto de la Resurrección, así danzo
en ti la danza del Silencio.
… Silencio…
Sonriamos juntos ante la felicidad de la vida eterna y
riamos juntos de lo que ha muerto y sigue muriéndose en el seno de lo efímero.
Participantes de la misma vida y de la misma libertad
te llamo hermano, hermano humano del ángel, hermano de sangre en la sangre del
Cristo.
… Silencio…
Por fin te reúnes conmigo y yo contigo.
… Silencio…
Quédate aquí y no nos separemos más.
… Silencio…
Oye, oye y ve a Aquel que viene. Oye y ve a Aquella
que te cubre con el Manto de Gracia. Oye y ve aquella
belleza que eres. Escucha,
escucha mis silencios, que son ricos y plenos con tu Presencia.
… Silencio…
Así me quedo y
así te quedas. Entonces
juntos podemos decir : « Que así sea ».
En tu nombre
coloco en ti el sello de la Libertad. Así se coloca en ti el sello de la Verdad.
… Silencio…
Solicito tu bendición para probar tu Amor y
aprovecharlo pues es don, don de la Gracia y don de ti mismo.
… Silencio…
Ama pues eres amado, pues eres el Amor.
… Silencio…
Permanece así, con evidencia. Permanece así, sea cual
sea tu morada.
Entonces – ahora – deja a un lado tus palabras
mientras yo dejo las mías.
En este bautismo resucitas. En este bautismo te
iluminas en el Amor. En este bautismo has renacido.
… Silencio…
Ve sin restricciones. A ti, amigo, hermano y amado,
doy vida como tú me das vida.
Permanece así, en la extinción de mis palabras,
Permanece así.
… Silencio…
Soy Uriel, ángel de la Presencia y Arcángel del Retorno.
Soy tú, ángel revelado y transitando por el umbral de la Eternidad.
… Silencio…
Así es la Eternidad esculpida en letras de fuego
inmortal en tu Templo de vida.
Permanece así unos instantes. Me
despido.
… Silencio…
Paz para ti y
Paz en ti. Hasta luego.