MARÍA
17 octubre 2017
Soy María, Reina
de los Cielos y de la Tierra. Bien amados hijos, rindo gracia a vuestra presencia,
dondequiera que estéis en la tierra, a vuestra disponibilidad y a vuestra acogida,
para vivir juntos la Teofanía.
Al finalizar y
tras la Teofanía, tendré la oportunidad de comunicaros unos elementos acerca de
lo que se vive en vosotros durante esta fase final, que no es nada más que el
regreso a la Verdad y al Amor. Desde ahora rindo gracia a vuestra acogida, a vuestra
sonrisa, a vuestra presencia. Entonces instalémonos juntos en la Verdad, la del
corazón, la del Amor, la de la Luz. En el silencio ahora, acogemos.
…Silencio…
Bien amados
hijos, rindo gracia a cada uno de vosotros por vuestra acogida, vuestra
dulzura, y saludo vuestra eternidad.
Cuando ahora muchos
de vosotros tienen la lucidez de ver, en vuestra intimidad como en la pantalla
de este mundo, lo que sucede, constatáis que una Paz sin igual impregna vuestra
persona, dándoos a vivir, que sea por momentos o de manera cada vez más
permanente, la felicidad de la Verdad, contrastando tanto con lo que es visible
en la superficie de este mundo, como a veces en vosotros y también a vuestro
alrededor. El Amor emerge en el seno de vuestra lucidez, y esto sea cual sea lo
que tengáis que vivir a nivel personal, según el lugar donde estéis en la
superficie de este mundo.
Las Teofanías
que han sido vividas y que se siguen viviendo, son el bálsamo que evita ser
llevado por los mecanismos que ciertamente veis en vosotros o a vuestro
alrededor. Únicamente el corazón, únicamente la Verdad es a partir de ahora
vuestro salvoconducto. Ahora sois muchísimos en vivir el regreso de la Verdad.
Más que nunca hoy, os invito al Amor. En cualquier pensamiento, en cualquier
mirada o en cualquier acción que tengáis que llevar, dejad ser la Verdad, dejad
ser la ligereza.
En este día del
17 de octubre del año 2017, y ya como os lo había estipulado el Comendador, tenéis
la posibilidad de observar unas transformaciones, unos acontecimientos. Que
sean humanos, que sean sociales, que estén ligados a la Tierra misma o a las
radiaciones procedentes de la Verdad, todo concurre a que os establezcáis en la
Paz, o al contrario, en la interrogación. El único bálsamo, el único salvoconducto
será con evidencia vuestro corazón, vuestra ligereza, vuestra Felicidad, y
sobre todo vuestra Verdad.
Cuando el Choque
de la humanidad ya está ocurriendo de manera parcelaria por la acción de los
Elementos, os queda simplemente estar ahí, plenamente conscientes y presentes,
vivir lo que la vida os ofrece, e incluso si os parece alejado de la Verdad, no
lo es para nada porque todo a partir de ahora se precipita, todo emerge ante la
mirada ordinaria como ante la mirada del corazón, llevándoos, para algunos, a realizar
una especie de limpieza, que de hecho se hace por sí sola.
Las Teofanías se
realizan de manera cada vez más extensiva, por todas partes en esta tierra. El Fuego
Ígneo realiza su obra. El Arcángel Mikaël, que siembra la tierra en
innumerables lugares, prepara la Verdad, su majestad y su totalidad.
Aprovechaos de lo
que sucede, sea cual sea su naturaleza, en vuestro cuerpo, en vuestra vida, a
vuestro alrededor como al otro extremo de este planeta. Todo concurre, incluso
en lo que aparece a veces para la persona como violento, para establecer el
reino de la Verdad, finalizar la ascensión de la Tierra y vuestra libertad. Tiene
que ser experimentado en vuestro interior. Ni vuestra razón, ni siquiera
vuestra visión ordinaria puede alcanzar a entender la envergadura de lo que se
despliega.
No os oculto que
el establecimiento de la Luz ha dado un gran paso desde el 1 de octubre de
vuestro año. Tampoco os oculto que lo que podéis observar en vosotros, a
vuestro alrededor o por todas partes en el planeta, va a intensificarse de
manera desmesurada para la mirada de la persona, pero también en la medida que
vuestro corazón se llene de esta Verdad reencontrada y acogida.
Acordaos que no
tenéis que premuniros de nada, que no tenéis nada que preparar ni que anticipar,
sólo tenéis que estar ahí, presentes en vosotros mismos, presentes a la vida.
Todo lo demás, sin ninguna excepción, se realiza por la majestad de la Luz y
del Amor, y ya no puede ser por vosotros. Os invito a cada vez más dulzura
hacia vosotros mismos, hacia cada hermano y cada hermana, y acordaos que esta
dulzura no depende de vuestras palabras, de vuestros discursos, ni siquiera de vuestras
intenciones de ayuda o de servicio, sino simplemente de la evidencia con la
cual vivís el corazón.
Tal y como os
fue enunciado, muchos hermanos y hermanas, muchos hijos míos viven hoy la
alegría de la Eternidad sin haber pasado por todos esos estados, que tal vez
habéis vivido, llevándoos a constatar que los tiempos finales están realmente
presentes y suceden en este mismísimo momento en el plano físico, en el plano
ordinario y más palpable de la Tierra.
Lo sabéis, no
hay que reaccionar a nada con respecto a esta sucesión de acontecimientos que están
ocurriendo por todas partes e incluso a veces en vosotros. Sólo hay, como se ha
dicho y repetido, que acoger la Felicidad, acoger la ligereza, en cualquier dificultad
aparente. Detrás, lo que viene, en las últimas tramas del tiempo, a partir de
ahora está la alegría que cada uno de vosotros puede vivir. No hay ninguna persona
que valga, no hay ninguna energía que valga, no hay ningún momento
privilegiado, porque esto ocurre en cada minuto, en cada instante, por todas
partes al mismo tiempo.
Las señales, en vosotros
como fuera de vosotros, son innumerables, pero no olvidéis que muchos de mis hijos
todavía duermen y no quieren ver lo que pasa. Vosotros, que estáis con
intermitencia o permanentemente en el Amor y en el corazón, estad ahí, presentes,
esto basta ampliamente para amortiguar este Choque de la humanidad.
Mi llamada se vuelve
apremiante. Muchos de vosotros que me han percibido, oído hace años, hoy tienen
la posibilidad de estar felices. Esta felicidad no es una felicidad consecutiva
al choque sino más bien a la realidad de vuestro corazón, sean cuales sean vuestras
descripciones, vuestras vivencias. Las interrogaciones dejarán cada vez más lugar
a la evidencia, a la evidencia del corazón, a la evidencia de vuestra
ineluctabilidad. Todo esto se vive en este mismo momento, estéis donde estéis, es
cierto de manera muy diferente, pero quiero precisar que viváis lo que viváis
hoy en el seno de vuestro personaje, que haya una enfermedad, un sufrimiento,
que haya un trastorno a nivel afectivo, en vuestra zona, en vuestro país, sea
cual sea su naturaleza, sólo es una invitación a giraros definitivamente hacia
el corazón, con el fin de reemplazar los aparentes pesos por la realidad
transcendental del Amor que apacigua y aligera cualquier peso. El Amor no tiene
límite, el final de los tiempos tiene un límite, el Amor nunca tiene fin.
Más que nunca,
todavía hoy, os lo digo como muchas hermanas Estrellas y muchos Ancianos os han
dicho: a la medida de vuestras posibilidades, sumergíos ahí donde os revitalizáis,
en primer lugar por supuesto girando vuestra conciencia, vuestros pensamientos,
hacia el Corazón del Corazón. No hace falta comprender, sentir la vibración o
la energía, sino sólo evocarlo, y vuestra conciencia seguirá y se iluminará. Ahí
está vuestro salvoconducto, no habrá ninguno más.
De manera
inminente, ya no podréis apoyaros en ningún elemento de la comodidad tecnológica
moderna, que en definitiva os ha alejado de la Verdad, aunque haya sido útil
para muchos de vosotros. No os dejéis abrumar por ningún sufrimiento de vuestro
cuerpo, por ninguna enfermedad o por ninguna interrogación, ni siquiera por los
acontecimientos presentes. Id también, más que nunca, a la naturaleza, donde no
haya ni hombres ni mujeres, donde no haya ninguna ciudad, donde todo esté
tranquilo, contrastando con lo que ocurre en vuestras ciudades, en vuestras relaciones
y también en algunos lugares.
Dondequiera que giréis
vuestra mirada, si aceptáis ver, la mirada de la persona verá el fin, la mirada
del corazón exultará de la Felicidad que está ahí, y es a vosotros a quien corresponde
elegir. No hay que hacer ningún esfuerzo, no hay nada complicado, no hay ningún
camino que recorrer, sólo hay que giraros hacia vosotros mismos, no en el seno
de vuestra historia o de vuestra problemática, aunque requiera una solución
concreta, sino encontrar lo que sois, y ninguna historia puede serviros para
esto. Entended bien lo que digo: es la misma realidad y la misma verdad que
están ocurriendo. Por un lado es el fin de una dimensión, y por el otro la Resurrección
en la gloria y en la belleza de la Vida.
Todo depende, en
cuanto al mismo acontecimiento, de la mirada de vuestra conciencia, de lo que fue
nombrado vuestro punto de vista, y vuestro punto de vista os llevará, por así
decirlo, a lo que sois, a vivir la Verdad, a celebrar la mariposa en lugar de
quedaros en la oruga, como decía el Comendador. Sólo depende de vosotros. No
hay ninguna condición previa que tener, no hay ningún conocimiento que poseer,
no hay ninguna reflexión que sostener. Sed simples como un niño que recibe su regalo
de Navidad o que recibe los regalos de su cumpleaños. Y sabéis que esos regalos
sólo son el reflejo de vuestro encierro. El regalo que está ahí no puede ser
comparado con ninguna Navidad, con ningún cumpleaños, con ningún amor, aunque
fuese el más perfecto que hayáis vivido o que estéis viviendo en esta tierra.
Entonces, vivid
la Paz, sólo os espera a vosotros. Incluso en el sufrimiento, incluso en la
enfermedad, incluso en la opulencia o en la carencia, no hay ninguna diferencia,
cada vez menos. Entended bien lo que os digo: todo depende únicamente desde
donde miráis, todo depende de a lo que todavía os apegáis. Y en el corazón no hay
nada a lo que apegarse, sólo hay que ser, y esto es accesible, lo repito una
vez más, de manera cada vez más simple.
Si el
espectáculo del fin puede chocaros, si estáis desestabilizados en vuestra
intimidad, por vuestras relaciones, sobre todo poned el corazón, no el corazón
de vuestra cabeza sino el santo de los santos. No os preocupéis y no os ocupéis
de nada más. Ya lo sabéis, para muchos de vosotros las llamadas de la Luz os han
obligado a parar vuestras historias, fuesen las que fuesen, incluso a nivel
espiritual, con el fin de volver a centraros y estar disponibles únicamente
para la Verdad ‒ y la Verdad no necesita ninguna historia, ningún guión.
Cada cosa que ocurre
en vuestra vida, que sea por vuestra acción, por vuestro entorno o por vuestro país,
por vuestra zona, más allá del aspecto concreto de este acontecimiento, detrás
de esto sólo está la llamada de la Luz, su regreso a vosotros, con total
lucidez. Todo lo demás sólo es apariencia, todo lo demás sólo pasa. Vosotros no
sois de este mundo, aunque yo, mis hermanas, y algunos de vosotros que estáis ahí
hoy, me habéis permitido sembrarlo, me habéis permitido ejecutar el juego de la
conciencia de manera libre, en total ligereza.
A menudo se ha
insistido acerca de vuestra eternidad, que no depende de ninguna historia y
sobre todo de ninguna historia de este mundo. Hace dos mil años, mi Hijo
preparó la vía. A través de su mensaje, de su presencia, os ha enseñado el
camino del regreso a lo esencial. No veáis nada religioso en esto, ni siquiera
ninguna otra religión, porque hoy Satán reina en todas las religiones, sin ninguna
excepción. Todo lo que he podido decir en este mundo fue transformado, modificado,
con el fin de desviaros, de confundiros. Hoy, no hay que escuchar nada más que vuestro
corazón, el canto de la Paz, de la Felicidad y de la Resurrección que empieza a
manifestarse.
Lo sabéis, las
Trompetas suenan cada vez más a menudo en diversos lugares. Y la importancia de
esos lugares y de esas manifestaciones todavía no es colectiva, pero sin
embargo la llamada del corazón es cada vez más apremiante, cada vez más
evidente, a partir del momento en que soltéis vuestras pretensiones, vuestras obligaciones.
No quiero decir con esto que no haya que respetarlas sino ver, a través de todo
lo que tenéis que vivir, la Inteligencia de la Luz. Ver no quiere decir
comprender, porque muchas cosas van a apareceros, para vuestra razón y vuestra
lógica, cada vez más incomprensibles, conforme vuestro corazón se volverá más
comprensible y más vivo. Algo se aleja, algo aparece. Lo que se aleja es el
sufrimiento, lo que se aleja es la Ilusión, lo que aparece cada vez más es la
verdad del Amor, y esta verdad del Amor os llama de manera cada vez más
poderosa a dejar los juegos hipócritas, el juego de las historias y de los
guiones.
La Vida os
llama, en estos instantes de majestad, a todavía más simplicidad. Sea cual sea
vuestro estado, hay algo más allá de este estado que no depende de vosotros, de
ninguna historia, de ningún conocimiento, de ningún guión, y esto está
omnipresente en cuanto dejáis de alimentar vuestra cabeza, en cuanto acogéis
sin restricción la Felicidad que está ahí. No tenéis que buscarla, no tenéis
que comprenderla, no tenéis que imaginarla, tenéis que acogerla simplemente de
par en par. Todo lo demás, a partir de ahora, vendrá de ahí y será cada vez más
obvio, cada vez más evidente. Cada día seréis más numerosos a vivirlo, en la
intimidad de vuestro corazón.
Los de vosotros
que experimentan en estos momentos unos problemas, que sea en vuestra esfera
afectiva, económica, ligado a los Elementos, ligado a la enfermedad, quiero
decir sobre todo a todos mis hijos que viven esto que es el momento de giraros
hacia vuestro corazón. La Luz ha llamado a vuestra puerta de muchas maneras, y
hoy sólo queda la manera fuerte con el fin de llamar vuestra conciencia a la
lucidez y a la Paz. No juzguéis nada según las apariencias, ni vuestro estado,
ni el estado de nadie, porque todo concurre, aunque todavía no lo veáis, al
reino de la Luz, a mi Llamada.
Acordaos que la
mejor ayuda, a partir de ahora, ya no serán mis palabras, ni las palabras de
los Ancianos, de las Estrellas, de los pueblos de la naturaleza, sino más bien el
silencio evidente de la vida en la naturaleza. Entonces no lo dudéis, no dudéis
en encontrar tiempo con el fin de que la Vida os encuentre. A partir de ahora no
hay mejor entorno, no hay mejor situación que la de salir de las quimeras de la
organización social de vuestras ciudades, de vuestras reglas y de vuestros
convenios. Os incumbe elegir. Sólo hay una única elección: la Paz y la Felicidad,
o el sufrimiento. Hasta los sufrimientos desembocarán infaliblemente en la Felicidad,
pero esto ya no depende de vuestra persona, depende simplemente con qué
intensidad y qué verdad acogéis lo que está ahí, que siempre ha estado ahí y
que ahora se adelanta. Si hay unos miedos, si hay algún sufrimiento, si hay un acontecimiento
ligado a los elementos o a la sociedad en la cual estáis insertados, no os
alarméis porque todo es perfecto. Acoged, y veréis esta perfección y no
solamente el aparente caos.
Mis palabras son
extremadamente simples porque es extremadamente simple. Esto es realmente y
extremadamente simple. Sólo vuestros rodeos, vuestras historias, vuestros apegos
a la Ilusión pueden todavía impedir a muchos de mis hijos el aceptar el Amor.
Porque el Amor ha sido buscado en la seguridad, en el matrimonio, en los hijos,
en las amistades, pero este amor no es nada, sólo pasa. El Amor, y la Felicidad,
que están ahí, nunca pasarán. Entonces, os incumbe decidir, ¿os apegáis a
vuestra vida, a vuestra historia, u os apegáis al Amor que os libera, que no
conoce ninguna restricción ni ninguna condición?
No se necesita ninguna
preparación, no se necesita ninguna creencia, vuestra conciencia es la herramienta
inmediata y es la que actúa. De hecho tal vez lo constatáis a vuestro alrededor,
en vuestro entorno, algunos hermanos y hermanas viven instantáneamente la
Verdad. Esto, sólo puede animaros. Por desgracia, también observáis las
resistencias de otros hermanos y hermanas que dan rienda suelta a los miedos, que
dan rienda suelta a su historia, a sus quimeras, a todo lo que sólo pasa. Y lo sabéis,
no podéis hacer nada. Sólo podéis acoger todavía más lo que está ahí, y nada
más.
Sed la Felicidad
porque la Felicidad abre todas las puertas. No tenéis que preocuparos por dónde
va la Luz y dónde va la Felicidad, siempre habrá un receptáculo en el pecho de un
hermano o de una hermana, aunque esté al otro extremo del planeta. No tenéis
que dirigir, controlar u organizar la Luz. Es Libertad total, y está ahí.
Dejaré seguramente
a uno de los Arcángeles expresarse después de mí, para que os de unos elementos
más corporales, por así decirlo, acerca del establecimiento de la Eternidad. Yo
sólo hablo de vuestra conciencia, no hablo de vuestra persona, de vuestras
historias, de vuestros apegos, de vuestras finanzas, de vuestro país. Sólo hablo
de vosotros, porque sólo estáis vosotros. Sólo hablo de lo que sois porque no
hay ninguna otra verdad. Mientras vuestra mirada sigua girada hacia la Ilusión,
no podréis encontrar la totalidad de vuestro corazón, y esto ya lo vivís y lo constataréis
en cada mirada exterior en detrimento de la mirada interior. Habrá resistencia
y entenderéis rápidamente, si no es el caso ya, que el único bálsamo es el
corazón, que todo lo demás no representa nada y no es nada, independientemente
de lo que todavía podéis tal vez pensar.
El salvoconducto
es el corazón, y para esto vuestra conciencia debe estar girada en totalidad, y
lo más a menudo posible sin buscarlo. De lo que hablo, es de una reversión que os
permite volver a encontraros. No necesitáis comprender los mecanismos, no
necesitáis llamarlo Teofanía, o a partir de ahora Endofanía, sino simplemente
ser verdaderos y espontáneos. Digo bien: todo lo demás os será ofrecido por
añadidura. Ya no conoceréis ni la sed ni el hambre, aunque no haya nada que
comer; no conoceréis el frío, aunque no haya calefacción. Ahí está la Verdad, ¿no?
Todo lo demás sólo es fatuidad. Idos a la evidencia.
No puedo imponeros
nada, y a partir de ahora tampoco podéis imponeros nada. No es vuestra persona quien
dirige. Y de hecho, si tenéis la impresión de dirigir todavía algo con vuestra persona,
el choque de la Luz será cada vez más virulento. No es un castigo, es
simplemente la ocasión soñada, para vosotros, de volver a encontraros, aunque
esto deba pasar por lo que llamáis la muerte, la vuestra o la de un ser querido.
Ya no hay barreras. Muchos de vosotros, a través de los contactos con los
pueblos de la naturaleza, con los planos de la Luz, estáis realizando esta
inmortalidad. Hoy, girar vuestra conciencia hacia vosotros no requiere ni
explicaciones ni ninguna localización, aunque por supuesto, como os dije, uno
de los Arcángeles os comunicará unas cosas tremendamente simples a realizar con
vuestro cuerpo, que permitirán a vuestra conciencia llegar al Corazón del
Corazón.
De hecho sois
cada vez más numerosos, tal y como lo veo, en constatar la diferencia de lo que
sucede en vuestra conciencia, si ésta está centrada hacia la persona o si está
centrada hacia la Eternidad que sois. El resultado, lo producido, es totalmente
diferente, porque la Luz es verdaderamente Evidencia, en cada circunstancia, en
cada acontecimiento e incluso en cada resistencia, lo que no es el caso con la
persona. Lo veis en vosotros como a vuestro alrededor. Esto va a volverse cada
vez más verdadero, cada día un poco más. No hay ninguna vuelta atrás posible con
todos los acontecimientos que están ocurriendo en este momento en este mundo, como
en vuestra intimidad, en vuestro cuerpo, en vuestro entorno. Lo que ahora se
está creando, a nivel de la persona, de la historia, desemboca
irremediablemente en la verdad del Amor, aunque para esto vuestro cuerpo deba desparecer
incluso antes de mi Llamada.
Sed felices, no
os preocupéis de nada más. Cuanto más estéis centrados en la Felicidad, llevando
vuestra conciencia a posicionarse ahí donde está la Verdad, más constataréis
que incluso vuestra muerte, si debe ocurrir, no representa nada. Todo depende,
lo habéis entendido, de desde donde miráis, de desde donde estáis, y estar en
el corazón, hoy, es de una facilidad desconcertante, penséis lo que penséis o digáis
lo que digáis si no lo vivís. Sólo depende de vosotros. Estáis solos, pero en
este a solas, hay un esplendor, hay una Evidencia. Y hasta diría que cuanto
menos os resulte evidente hoy, más se volverá evidente.
Lo que puedo
deciros, es de permanecer humildes y simples, de no dejar correr vuestro
mental, que veis, porque muchos de vosotros estáis finalmente situados en el
observador y veis claramente este personaje, y es justamente lo que veis lo que
os permite ver otra cosa, que es la Verdad. Es un mecanismo que es muy simple, que
es el de la conciencia pura. Ni siquiera ya es el de la energía, de la
vibración o de algún nivel o de algún estado de la conciencia.
Sed humildes, y
sobre todo estaos en esta acogida incondicional, lo repito, pase lo que pase.
Tampoco quiere decir que haya que descuidar algo, al contrario, sino ver todo
lo que tenéis que hacer, desempeñar, dirigir, en la evidencia del corazón. Esto
lo cambia todo, irremediablemente.
Eso es. Mis
palabras, finalmente y en definitiva, no os anuncian nada nuevo, porque lo
nuevo ya está ahí. Y todo lo que todavía para vosotros es desconocido va a volverse
evidente, con la condición de que procuréis no buscar, con la condición de que
os quedéis tranquilos, con la condición de que seáis humildes, con el fin de
estar disponibles para esta Felicidad eterna.
Acordaos de las
virtudes de la naturaleza, la virtud del Silencio y de la Acogida. Ya se acabó el
tiempo de las habladurías, ya se acabó el tiempo de las historias. El tiempo es
a la evidencia, cada día, a cada instante, en cada circunstancia, agradable
como desagradable. La Eternidad se desvela por fin, de manera visible y palpable,
y no os sorprendáis que todo lo que fue falseado, falsificado, encerrado,
desaparezca por sí solo. Aunque sea vuestro cuerpo, no tiene ninguna importancia.
Así realizáis que no sois de este mundo, que no hay ningún conocimiento que os
sea útil para ser lo que sois. Ahí está la humildad más perfecta y ahí está la Felicidad
más eterna, que os es prometida si todavía no os fue revelada.
Ya es hora de daros
mis últimas bendiciones de este modo, antes de que me dirija íntimamente, al
mismo tiempo, a la totalidad de mis hijos. Permanezco en vosotros, a vuestros lados,
en vuestro corazón, porque soy vuestra madre y porque sois todos mis hijos y
mis hermanos y hermanas. Sólo puedo clamar y declamar mi Amor, que no es otro
que el vuestro.
Permitidme, al
terminar mis palabras, cubriros, estéis donde estéis, con mi Manto de la
Gracia. Id dentro de vosotros; lo maravilloso es natural, y está ahí.
Soy María, Reina
de los Cielos y de la Tierra. Bienvenidos a la verdadera Vida. Amo a cada uno
de vosotros, dormido o liberado, con la misma intensidad, porque ésta es
vuestra elección, y la respeto, pero giraos dentro de vosotros para constatar
que es la única y verdadera elección. Os amo.
Hasta siempre.
...Silencio…
***