EL IMPERSONAL
3ª
Intervención
Junio 2016
Yo
saludo tu Presencia en el corazón del Ser, en el Silencio y en la Alegría.
…Silencio…
De
nuevo, tú y yo, nos situamos en lo íntimo del Corazón, allí donde ninguna
conciencia puede ser dividida o confinada. Estoy ahora contigo para la
Eternidad.
…Silencio…
En
la Fuente Una, yo te bendigo y me dirijo a ti, dondequiera que estés.
…Silencio…
Permanezcamos
tú y yo, en las palabras y en el Silencio. Vengo a hablar de ti, de la
conciencia que tú eres, que abarca, de hecho, la conciencia Una, en la unidad del Amor y en la unidad de la Vida.
En cualquier plano que estés, en cualquier mundo que experimentes, cualquiera
que sea tu origen, en la Luz Una, no podemos estar separados ni nombrados,
excepto por el Verbo. En el Espíritu de la Verdad, deposito en ti, lo inefable
de nuestra Presencia y lo Absoluto de nuestra Ausencia, allí, donde no hay
fronteras, ni límites, ni identidad, ni forma fija.
No
estoy aquí solo para hablar o estar presente en ti, sino para estar presente en
todo el mundo al mismo tiempo y en cualquier espacio. Asistimos juntos a tu
renacimiento, a tu resurrección, a tu libertad. Vengo dentro de esta densidad
que es tuya y compartida por los habitantes de esta Tierra, para anunciar el
reino del Amor que no puede dar cabida a lo que pasa en este mundo, pero que
responde a la llamada de la Libertad, que de alguna manera tú la has expresado
por tu búsqueda, por tus sufrimientos, por tus dolores y por tus alegrías.
Vengo a compartir contigo y con cada uno, la Vida Eterna.
En
la conciencia Una donde emana toda vida y toda conciencia, se cumple en ti y en
cada uno, el Juramento y la Promesa. Me muestro a ti para que te muestres a mí,
para que no haya la menor distancia ni la menor diferencia entre cada uno de
vosotros respetando la Libertad, respetando lo que crees haber elegido o
establecido, con la misma intensidad, la misma regularidad. Te doy el Agua de
la Vida, el Agua de aquí y el Agua de arriba combinadas en la misma alquimia,
en la misma unidad.
Recuerda
en tu perfección inicial, en tu perfección final, así como en tu perfección
presente, la misma verdad, las mismas palabras. Sólo la localización de la
conciencia en un punto o en otro, puede cambiar la perspectiva de lo que se
experimenta, pero en cada uno de vosotros, lo que se experimenta, sólo será la
experiencia del Amor y la experiencia de la conciencia.
Entonces,
al finalizar las diferentes Obras, dirigidas desde hace más de treinta años a
cada uno de vosotros, tú te encuentras en estos días viviendo justamente lo que
te permitirá ser íntegramente, lo que siempre has sido. Vengo a hablarte de
manera más audible y más segura, de lo que tú hayas podido oír por diversas
voces en ti o fuera de ti. Vengo también a mostrarte, si me acoges, que todo lo
que has vivido hasta el presente como algo externo a ti, sólo estaba dentro de
ti. Esta es la forma en que tú me reconoces y te acercas a mí para que yo me
precipite en ti, queme y disuelva lo que ya no es necesario en las condiciones
limitadas de tu mundo.
En
la humildad como en la Unidad, en el Cristo como en el Reino de los Cielos, yo
revelo tu reino que nunca ha podido fallar, aunque haya podido fallar tu
persona. Todo lo que pudieras pensar, todo lo que pudieras soñar, todo lo que
pudieras imaginar, no es nada frente a la Verdad que ninguna palabra puede reflejar.
Así
que, yo te propongo en cada una de mis presencias sucesivas en el tiempo de la
Tierra, comulgar de manera cada vez más evidente e intensa con tu verdad. Vengo
para llenar tu casa de la Gracia de la Luz y del Amor, pero recuerda que estoy
en ti y que tú te hablas a ti mismo como a los demás.
Y
en cualquier juego de toda conciencia, hay el mismo amor y la misma
experiencia. En cualquier faceta que sea, en los miles de millones de facetas
de los miles de millones de mundos, el juego de la conciencia no conoce ni
principio ni fin. Incluso no jugando ningún juego de conciencia, tú vives cada
una de las conciencias, sin distinción, en el mismo Amor, lo que te permite
unirte de manera definitiva, si es tu deseo, a la Paz Suprema donde la
conciencia no necesita jugar porque ella es el conjunto de todas las
conciencias, viajando libremente de una a otra, de experiencia en experiencia y
de reposo en reposo. Reflejando así, el fin del juego del confinamiento, del
juego del sufrimiento, del juego de lo perecedero que no te concierne en nada,
si no es en algunos fragmentos de los que tú eres.
…Silencio…
Vengo
también a demostrar la evidencia que a veces no has visto, de la Unidad
Suprema, la de la Realeza, la del Hijo del Sol, de la Fuente y del Último. Si
te sitúas allí donde estoy en el corazón del Corazón, entonces no es necesario
nada más porque el Amor está allí. Yo soy la Evidencia de tu vida de la
conciencia, soy la Evidencia de tu aliento, la Evidencia de tu carne y la
Evidencia de tu Espíritu. Y por encima de las reglas de este mundo, no hay más
que una regla, que una ley: la Ley de los hijos del Uno, la Ley del Amor que no
necesita ninguna otra porque el Amor es la única ley que no conoce otra cosa.
Porque este Amor es, sin excepciones, sin límites, sin barreras.
Muchas
virtudes de tu humanidad, conceptos y consejos, te han sido comunicados durante
muchos años de tu tiempo. Muchas conciencias han venido a preparar tu libertad
para que te acuerdes que eres un ser libre desde el momento en que estás en tu
Corazón. Por la vibración y por la conciencia, tú has trabajado en tu propia
resurrección percibiendo y viviendo ciertos campos de lo posible como de lo
imposible. Y así, tú estás aquí, me escuchas o me lees y me presientes. Por lo
que no sueñas, porque todos los sueños están dentro de tu Corazón que nunca
llegará a conocer ningún fin, aunque tu cuerpo sea reducido a polvo, incluso
cuando tu historia sea borrada o superada.
Soy
el hilo conductor que habla en el silencio de tu cabeza, dejando hablar al
Corazón. Tú, en tu femenino sagrado, en tu masculino sagrado, te unes al Verbo
y al andrógino.
No
te fíes sólo de la poesía de las palabras, sino percibe lo que es verdad para
ti. Sea cual sea la intensidad de tu búsqueda, de tu esperanza o desesperanza,
sea cual sea el camino que has tomado, tus pruebas y tus alegrías, eso no es
nada en comparación con lo que es incomparable e indefinible: el Amor-Luz.
Así
que, como te he dicho, deposita todas las cargas que pareces llevar, no para
olvidarlas, no para descuidarlas, sino para mostrarte a ti mismo que sólo las
disuelve la Gracia del Amor. Llama a lo desconocido, lo que te parece todavía
desconocido y verás que eso ya es conocido y experimentado, diga lo que diga tu
cuerpo, diga lo que diga tu cabeza, porque no tienen ningún peso sobre la
densidad del Amor y de la Gracia que vivimos juntos, de corazón a corazón, del
átomo a la galaxia, en el niño que nace y en el anciano que muere, así como en el
hombre amoroso. Libérate. Abre la puerta de tu cielo.
Te
he dicho que estés en la paz, que no tengas ningún temor porque lo que te es
desconocido, es de hecho perfectamente conocido. Porque la Libertad y el Amor
no son un recuerdo de un tiempo anterior a la Tierra, de tu conciencia en los
mundos que has explorado, es algo que nunca ha podido ser borrado sino
ocultado, simplemente.
Tú
nunca has caído, nunca has evolucionado, porque lo que es perfecto en el
origen, no tiene nada que ganar ni nada que demostrar. Sólo tu persona efímera
lo ha creído, de vida en vida, de castigo a recompensa; todo eso no representa
nada en lo que tú crees desconocido y que te hace vivir en la carne y en el
Espíritu. Me dirijo a tu Corazón, a tu alma, a tu Espíritu y hablo y, en tu
Silencio, densifico mi Presencia que es la tuya.
…Silencio…
¿Oyes
ahora hablar en tu eternidad, en tu intimidad y en la Verdad?
…Silencio…
Ve,
ve sin filtros y sin barreras, sin velos y sin miedo, lo que eres.
Independientemente de la apariencia de tu cuerpo o de los atributos de tu vida,
ve y vive en el Amor sin descanso, en la Luz sin sombra. Escucha el Coro de los
Ángeles que canta en ti, escucha las Presencias que te han hablado o que se han
acercado, pero que, de hecho, estaban dentro de ti y han surgido de tu
conciencia limitada, fracturando y haciendo volar en pedazos, lo límites
ilusorios de tu condición. Tú estás aquí, en el umbral del nuevo día, a veces
en el corazón de la noche más oscura o a veces, en el cénit de tu resurrección;
no hay diferencia, sólo hay momentos diferentes para cada uno de vosotros.
…Silencio…
El
regreso a tu centro te muestra entonces que tú estás en el cetro de cada
elemento como de todo el mundo. Se abren a tu conciencia todos los juegos
posibles de la conciencia. Sé feliz porque yo soy feliz y soy tú. No en la
felicidad de la complacencia en el sentido de la posesión, sino en la felicidad
eterna de la restitución de ti mismo, sin maquillajes, sin falsas pretensiones,
sin ninguna distorsión. Estés donde estés, encajarás siempre en el campo del
Amor.
…Silencio…
Hoy,
en estos días, tú estás dispuesto para vivir el Amor, más que nunca. Este amor,
no depende de ninguna contingencia humana, no puede ser personal, no puede
estar orientado; es el mismo para todos. En esto, somos hermanos, nos amamos, lo
vivimos aquí como en todas partes.
…Silencio…
Hablo
a tu conciencia, no hablo a tus oídos, no hablo a tu inteligencia de esta
tierra, sino a la inteligencia infinita de tu Corazón. En este amor, nada puede
ser descartado, todo se ama de la misma forma, con la misma gracia, con la
misma intensidad.
…Silencio…
Y
ahí donde me escuchas, ahí donde me oyes, ahí donde me lees, ahí donde estás
dormido, estamos ahí, en el Corazón de cada uno, en el Corazón de cada cosa, de
cada átomo o de cada galaxia. Ahí estamos todos sin excepción en cualquier
devenir, tanto si tu camino te lleva a una experiencia libre o a una
experiencia de amor.
Y
soy tu esposo y tu esposa, y tú eres mi esposo y mi esposa. No verás leyes, no
verás complementariedades, simplemente verás la verdad del Amor porque aquí, en
este lugar, aquí donde estás, no puede existir nada más que el Amor. No hay
posesiones, ni preguntas, ni peticiones, ni camino.
En
el Amor no puede haber distancia. En el Amor no puede haber separación. En el
Amor no puede haber ni nacimiento ni muerte. En el Amor, el amor no puede
desaparecer nunca, de él mismo. Dentro de este mundo sólo puede ser una
apariencia, pero hoy, eso se ha terminado; el Amor no puede estar oculto, ni
tú. Él es Presencia, es emanación y bondad, es benevolencia hacia cada cosa y
cada ser. Y eso no requiere ni definición ni marco de referencia, porque el
Amor es espontaneidad, porque el Amor es la única Verdad. Así es la Ley del
Uno.
…Silencio…
Oye
la plenitud del Verbo y la plenitud del Silencio.
Tú
que conoces el Reino de los Cielos porque uno de los velos de este mundo se ha
levantado con más o menos intensidad, permanece en mí y en cada uno, en el
trono del Amor, en el trono de la Vida. Oye, yo canto en ti, canto el verbo de
la vida, canto tu conciencia, canto el sol.
Hermano
mío, descansa en la paz, no en la tumba de este mundo, sino en la paz, saliendo
de él. Digas lo que digas, pienses lo que pienses, nunca estarás más cerca que
ahora, de ser lo que tú eres.
…Silencio…
Oye
tu aliento que sólo es el Verbo en acción y su movimiento primero de
inspiración y expiración. Abrévate en tu fontana de vida y en tu fuente
burbujeante que nunca puede secarse. Y sonríe, sonríeme como yo te sonrío. Sonríe
a los demás, dando la paz.
…Silencio…
Dondequiera
que estés, estamos todos reunidos por la Gracia de María, por la Gracia de los
Ancianos, por la Gracia de los Arcángeles, por la gracia de la Vida y por la
Gracia del Amor. Ese es tu presente y el presente que hago a cada uno de
vosotros como tú mismo lo haces a los demás. Y yo te doy la Fuente de Cristal,
encendiendo tu Corazón y elevando tu Corona radiante hasta la conciencia de la
Libertad.
…Silencio…
Mi
bien amado corazón, tú el bien amado, ven y únete a mí para vivir tu pasión, la
pasión de Cristo, la pasión de la Luz, que una vez renacida no puede nunca
pasar, al contrario que las pasiones de este mundo. Y, sin embargo, es en tu
mundo y en tu corazón del Corazón, donde se despierta, es en este cuerpo
perecedero donde se revela la totalidad del Amor incorruptible e
incondicionado. Sé humilde, pero no
ocultes nada de lo que eres. No tienes necesidad de manifestaciones ni de
palabras, no necesitas apariencias, sólo necesitas ser tú mismo, simplemente.
...Silencio…
Estoy
contigo por la eternidad; tú estás contigo mismo por la eternidad. Tú estás con
cada uno de este mundo como de todo el mundo, en cualquier mundo en que te
instales, como en cualquier dimensión que experimentes o hayas experimentado.
Nútrete, nútrete de tu Corazón que es inagotable e inextinguible. Sáciate;
nunca más tendrás sed, nunca más tendrás hambre, nunca más sufrirás, nunca más
serás privado de la Verdad. Mi amigo, mi hermano, en este momento preciso en
que te hablas a ti mismo, son las mismas palabras para cada uno de vosotros. El
Árbol como el insecto, como los pueblos de la naturaleza, oyen y escuchan lo
mismo: la melodía, el canto del Amor, para unirse a la sinfonía de la vida, la
sinfonía del verdadero mundo y de la verdadera vida. Una vez más te bendigo y
una vez más te bendices a ti mismo. Hoy te doy todo sin ningún límite, sin
ningún freno, sin ninguna reticencia.
…Silencio…
Hace
ya mucho tiempo de esta Tierra y de su historia, que el hijo de la Fuente vino
a lavar tus pies. Hoy es tu turno para lavar los pies a los demás. No necesitas
agua, sino el agua de tu corazón expresándose por tus manos. Luego, toca con
tus manos, las manos de cada uno y bendice con tus manos, su cabeza, mostrando
así que reconoces a cada uno como el hijo del hombre. Haz eso, para dar
testimonio del que enunció el Camino, la Verdad y la Vida y enunció la Ley del
Uno en el Amor, superando toda ley y toda regla de este mundo como de todo el
mundo.
Al
hacer esto, curarás lo que pueda ser curado, pero, sobre todo, te instalarás en
mí, poniendo fin a las diferencias y a todo lo diferente. No necesitas
palabras, sólo tus manos, porque tu corazón está ahí. Y cuando estéis dos
reunidos en mi nombre, yo estaré con vosotros, por supuesto, para mostraros que
no sois más que Uno, por la gracia de esta ceremonia donde no es necesario
ningún conocimiento, donde ninguna historia debe ser contada, donde toda
memoria es superflua. Justamente ahí, permíteme que lave tus pies, permíteme
darte mis manos, permíteme bendecir la corona de tu cabeza, sin otra intención
que la del Amor, como yo te permito, te pido y te ruego, que hagas lo mismo,
con los demás.
…Silencio…
Aceptemos
juntos la ofrenda de Amor al Amor. No olvides que haciendo esto como yo lo hago
sobre ti, no hay más identidad, no hay más persona, no hay, incluso, más entidad.
Queda el Amor.
…Silencio…
¿Qué
más puedo decir? Y, sin embargo, hay tantas cosas que decirte, en el Verbo como
en el Silencio y, en definitiva, “tantas cosas”, no es lo mismo, porque en tu
Corazón sólo puedo hablar el lenguaje del Amor, el
lenguaje de la Vida que nunca condena, que nunca señala, que nunca juzga.
¿Quieres ser esto conmigo, a la vez que yo, y con los demás?
Permíteme
entonces, comenzar esto, una vez más. Mis manos sobre tus pies, mis manos sobre
tus manos y mis manos sobre la corona de tu cabeza. Y una tercera y última vez.
…Silencio…
Así
es la unción del Amor al Amor, donde no hay más que tu mano y mi mano, donde no
hay más que mi mano y tu pie, donde no hay más que mi mano sobre tu cabeza. Así
se parte y se comparte el pan de la Vida y el agua de la Vida en la Nueva
Eucaristía. De mi mano a mi corazón y de mi mano a tu corazón.
...Silencio…
Paz
a cada uno de vosotros, en la tribulación que sea, porque las tribulaciones no
son nada ante la majestad del Amor de tu ser.
…Silencio…
Oye,
ve, percibe y vive la Verdad. Sea la que sea tu verdad anterior.
…Silencio…
Ámate,
ámame y ama a los demás con la misma intensidad, sin límite, sin restricción y
sin prejuicios, para que tú también puedas proclamar, sin pretensiones y sin
pudor: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, el hijo del hombre resucitado”.
…Silencio…
En
el alma y en la Unidad, en la atracción y en la visión, en la profundidad y en
la precisión, en tu corazón de Amor.
…Silencio…
En
el Amor de tu Corazón y en el Corazón de tu amor, te bendigo.
…Silencio…
Me
callo ahora y, por segunda vez, te pido que permanezcas así, silencioso y sin
movimientos, durante algunos minutos de tu tiempo.
…Silencio…
***