EL IMPERSONAL
Parte 3
Noviembre 2016
Mi amigo, mi hermano, de nuevo estamos aquí en unión y en
comunión, a fin de llevar a tu corazón lo que eres, a fin de que intercambiemos
de corazón a corazón la verdad de tu esencia y de tu Ser eterno. Cualquiera que
sea el estado de tu revelación, a ti mismo y en ti mismo, es el tiempo ahora de
abrirte, si aún no sea realizado en ti, a esta verdad esencial llevada a tu intimidad
por el Fuego, en sus diferentes componentes.
Entonces me dirijo a ti de nuevo. Más allá de mis palabras,
más allá de mis silencios y más allá del Verbo, juntos elevamos el Fuego y la
Corona de Fuego, ahí donde ninguna herramienta puede filtrar lo que llega a ti,
lo que se celebra en ti en este mismo momento. Amado del uno, tú que eres
bautizado por el Fuego Ígneo de la Resurrección, tú, cuyo fuego vibral está
instalado, tú, que no vives nada de todo esto, poco importa hoy. Lo que debía
ser cumplido lo ha sido, en cada uno de vosotros y para cada uno de vosotros.
Que sea como Semillas de Estrellas, que esto sea como hijos de la Luz o
portadores de Luz, hoy los juegos se acaban, los roles y las funciones se
apagan delante de la magnificencia de la inmovilidad del Silencio y de la
Verdad.
En ese lugar sagrado de tu Corazón, no hay necesidad de
formas, ni de colores, ni de vibración, solo hay que rendirse ante la evidencia
de tu Presencia y de tu Ausencia, a la evidencia del Amor, a la evidencia del
Infinito. Tú que aún estás en tu finitud, porque que tu cuerpo, porque así debe
ser, te llamo desde lo más hondo de tu ser a reconocerte, a bendecirte en cada
aliento, a cada mirada, a fin de reencontrarte en tu integridad, en tu
ilimitado y en tu beatitud.
Cualquiera que sea la morada que hayas elegido, en la
experiencia de la conciencia, solo quedará en definitiva, y lo sabes, una sola
morada que no está cerrada, ni encerrada, ni apagada, ni encendida, sino que es
la verdad imprescriptible de la misma expresión de tu conciencia, de la misma expresión
de tu vida. Entonces ahí, dondequiera
que estés, tu Corazón se vuelve cada vez más presente, cada vez más despierto,
cada vez más Amor. Entonces te invito, diga lo que diga tu cuerpo, digan lo que
digan tus pensamientos, digan lo que te digan tus memorias, a ser nuevo a fin
de ser regenerados por Cristo y por la Verdad.
Acuérdate de que no hay nada que conocer, que no hay nada que
aprender, que no hay nada que practicar y que las muletas que utilizaste hasta
ahora, en cuanto que te estableces en tu
Morada de Paz Suprema, incluso sin desaparecer, te prueba a ti mismo, con
insistencia y con fuerza, lo que eres, más allá de todo juego, más allá de toda
materia, y más allá de toda identidad.
Así la acción de la Luz vibral, la acción del Fuego Ígneo, activan el proceso que se vive en este mismo momento, llamado
Ascensión y Liberación. Cada uno es libre de vivir su propia libertad y su
propia ascensión tan pronto como el Choc colectivo de la humanidad se alce en el
horizonte de una próxima alba. Así que las llamadas de la Luz, como lo vives,
se hacen cada vez más urgentes, cada vez más intensas y cada vez más
auténticas, no dejando más ningún parecer, ni ninguna emoción, ni ningún
mental, ni incluso tu propia historia, interferir con la Eternidad. Tu efímero
se disuelve de múltiples maneras. Que esto sea en el cuerpo físico, en el
cuerpo etérico, en el cuerpo astral, en el cuerpo mental o en el cuerpo causal,
eso no hace diferencia en cuanto a la finalidad de lo que comienzas a vivir.
Así, por el Verbo de la creación, por el Verbo de la descreación,
por el Verbo Uno, se instalan en ti estos momentos de eternidad donde la
beatitud prevalece sobre todo lo que pueda abrumarte, en el seno de tu lógica,
en el seno de tu historia, en el seno de tus esperanzas. Entonces, ¿qué esperas
para alcanzarte?, ¿qué esperas para verte?, ¿qué esperas para ver la verdad
todo alrededor de ti, tal una evidencia que se despliega y se revela a cada
instante, en cuanto te escuches, en cuanto que escuches lo que te dice tu
Corazón en la intimidad de tu Presencia como de tu Ausencia?
Niño del Único, Hijo ardiente del Sol despierto a tu
Eternidad, tú, Sol de vida, ardiente y que abrazas todo lo que está a tu
alcance, como al conjunto de los Universos, dondequiera que estén y en la
dimensión en la que evolucionen, entonces la celebración prosigue al banquete
del Cielo, como al banquete de la Tierra.
No pierdas tiempo con lo que se aleja de ti, que sean
memorias, que sean pensamientos, que sean relaciones. Lo esencial es comprender
que incluso lo que se aleja está siempre en ti, y sólo actúan unas apariencias,
evocando para ti unas reminiscencias tal vez de tu efímero, que sin embargo está
desapareciendo.
Ya no es más el tiempo para el placer, son tiempos de
Alegría; ya no es más el tiempo para el sufrimiento, es el tiempo del Amor; ya no
es más el tiempo de la división, son los tiempos de la unión en la Unidad, en
la Libertad y en la Verdad.
Entonces, dondequiera que estés en tu cuerpo, dondequiera que
estés, aquí o en otra parte, recuerda que el Fuego Ígneo no puede ser
conducido, si no es por la rendición de tu corazón al mismo efímero, si no es por
el efecto de tu Corazón radiante en el conjunto de las circunstancias de tu
vida. Allí también no hay esfuerzo, no hay trabajo, no hay labor, solo hay que
reconocer la Evidencia del final de todo lo que mantiene la Ilusión en tu
vida.
Cualquiera que sea lo que la Inteligencia de la Luz te da a
vivir, a hacer, como acción a llevar, sabes pertinentemente que lo esencial no
está allí, y ninguna acción te prohíbe, cualquiera que sea esta acción,
cualquiera que sea tu historia, cualesquiera que sean tus sufrimientos, pasados
o presentes, cualesquiera que sean tus proyecciones, olvida todo esto,
instálate en el Aquí y Ahora, en la Infinita Presencia donde todo se resuelve,
donde no pueden existir ni antagonismo ni la menor sombra. Todo ahí es Luz,
todo es Verdad, todo te llena, nada más es necesario.
Cediendo a este último retorno, llevándote, por la Gracia de
la Luz, del Amor y del Fuego Ígneo, a situarte en el justo lugar, en el corazón
del Corazón, te es permitido hoy de probar por momentos la beatitud de la
Eternidad, te es dado por momentos a ver tu propio efímero desaparecer, en ti
como alrededor de ti, a fin de que sólo quede el Corazón, a fin de que sólo
quede el Infinito.
Hoy, el Fuego Ígneo toma todo su espacio, que esto sea en
algunos de tus canales, que esto sea sobre la Tierra, hay una evidencia que a
cada hora y cada día va a hacerse cada vez más aplastante para las ilusiones,
para las mentiras, para lo que estaba aún escondido. Así, la última revelación
que vivís, dondequiera que estéis y del modo que sea, sólo es la fase final del
Apocalipsis, tal y como fue descifrada y enunciada de manera vibral por el bien
amado Juan.
Hoy, cada palabra, cada mirada, cada acción, está impregnada
de Eternidad, de Verdad, de Belleza. Te
basta con seguir las líneas de menor resistencia, las líneas de evidencia, de
entregarte al Padre, a la Fuente, a nuestra Madre. Haz esto y lo verás por ti mismo,
en la inmediación de la respuesta, la acción de la Luz, que esto sea en ti, que
esto sea alrededor de ti. No para gustar, no para ayudar, sino para revelar la
Verdad, porque la Verdad no tiene ningún precio, ella es inestimable y está hoy
en profusión abierta en el mismo seno de vuestros pensamientos, de vuestras
intenciones, de vuestras acciones o meditaciones.
Entonces no hay más que seguir la vía trazada por la Luz, que
será siempre la Verdad y la Vida, cualquiera que sean las apariencias,
cualquiera que sea lo que vive lo que pueda quedar de efímero en ti. Así, la
copa está preparada para recoger la sangre del cordero, para acoger a Aquel que
viene como un ladrón en la noche, y para acoger el reconocimiento de nuestra
Madre eterna.
No hay nada más a preparar, hay solo que deponer las últimas
armas de tu efímero, de tu lógica y de tu historia, porque de manera concreta y
visible, el Amor toma todos los sitios, todos los espacios y todos los tiempos.
A ti de verlo, a ti de reconocerlo, porque no puedes ser engañado, cualesquiera
que sean las apariencias, por lo que se celebran en lo íntimo de cada hermano y
hermana de la Tierra, como para el conjunto de las conciencias de la Tierra,
dondequiera que estén situadas.
Entonces te reitero, mi amigo, mi amado, deposita las cargas,
deposita lo que todavía puede abrumarte, no por tu acción, porque la única
acción del Amor es llamar al Amor y no a cualquier esperanza de resolución, de
comprensión, o de evolución.
¿Entendiste el sentido de mis palabras, entendiste, más allá
de mis palabras, lo que se produce en ti en este mismo momento?
El éxtasis aparece en el seno de lo efímero de tu conciencia
como del mundo, en cualquier circunstancia que sea. Hasta en lo que podrían ser
llamadas las circunstancias más terribles de lo efímero, esto no representa
nada, no tiene ningún peso ni densidad respecto a la potencia del Amor, del Fuego
Ígneo, del Fuego vibral y de lo que Eres.
Entonces páusate, no pidas nada, estate simplemente aquí,
presente o ausente, libre de toda historia, libre de toda petición, libre de
todo filtro mental, libre de todo sufrimiento de tu cuerpo, e instálate de
manera cada vez más definitiva en tu Corazón del Corazón. Lo sabes, en el
Corazón del Corazón todo se resuelve, nada puede resistir y nada puede
oponerse. Entonces tú que estás ahí, dondequiera que estés, en cualquier
espacio y en cualquier tiempo, reflexiona, no tu mental, no tu intelecto, sino
refleja tu propia luz, la que se muestra a ti desde tu adentro más íntimo hasta
la periferia de tu efímero.
Así te ves, así te percibes. ¿Qué puede haber más intenso y más
verdadero que este descubrimiento, que este redescubrimiento? Ahí está tu base,
ahí está tu cimentación, ahí están tus dimensiones, ahí están tus experiencias,
como el final de toda experiencia de la conciencia.
Mientras que la Luz-Cristo y de la Unidad se instalan en
totalidad en tu Corazón, mira. ¿Qué queda que haga pantalla a eso? ¿Cuál es el
apego, la costumbre, la emoción que todavía te encadena a lo que se disuelve, a
lo que desaparece?
«Busca el Reino de los Cielos» no quiere decir ir a buscar afuera,
simplemente quiere decir entrar en lo más hondo de ti mismo, ahí donde todo es
Silencio, ahí donde todo es magnificencia. Recuerda, no tienes ningún esfuerzo
que hacer, ni ascetismo que practicar, solo debes ser transparente, ser
humilde, porque la transparencia y la humildad son las condiciones inequívocas
de tu desaparición en la Eternidad, y esto es posible en el seno mismo de este
cuerpo de carne en disolución, en tu conciencia limitada, desde ahora en
adelante. El único freno sólo puede venir de las costumbres, como dije, de las
emociones y del modo en que mantienes aún a tu efímero.
Hoy, te es dado a la vez de ver tu Eternidad y de ver el
final de lo efímero, sin imágenes, sin colores. Mucho más que una fe, una
convicción interior, una convicción inquebrantable, cualesquiera que sean las
circunstancias de tu efímero, se abre en ti, y cada día se abrirá un poco más,
dándote a verte. En la terminación del Cara a Cara último individual, se
prepara el Cara a Cara colectivo llamado “Choc” de la humanidad.
No busques el tiempo, no busque plazo, no busque nada. En
verdad te digo, todo está cumplido, todo está ya aquí, sólo depende de ti percibirlo
y verlo, y olvidarte de ti mismo. No
para salir de la vida sino más bien para entrar en la Vida eterna, en la
verdadera Vida, en la Luz, en el Amor y en la Unidad.
Entonces, incluso lo que pudo extraviarte hace algunos años,
llamado el Sí, se encuentra hoy magnificado. En cuanto entras en ti, en cuanto
tus ojos se cierran, en cuanto el Silencio se hace, entonces te ves tal como
eres, en tu cuerpo de gloria, en tu cuerpo inmortal, porque la verdadera
visión, lo sabes, es interior y no depende de ninguna energía, de ninguna forma
ni de ninguna circunstancia de este mundo. Lo Desconocido se desvela
finalmente, asegurando tu liberación o tu ascensión.
Páusate aún más profundamente. Allí donde todo te puede
parecer vacío, allí donde todo puede parecerte ser vacuidad, no lo es.
Zambúllete en ti, sumérgete en la beatitud y todo se resolverá por esta
beatitud, señal del Amor revelado, señal del Amor vivido en su totalidad de
Amor indefinido e incondicionado.
Esto está aquí en este instante, esto está aquí de manera
cada vez más permanente, esto está aquí con fuerza e insistencia.
No tengas miedo. ¿Qué puedes temer en tu Eternidad?, ¿qué
puedes temer en el Amor, diga lo que diga tu cuerpo, lo que tu persona te diga,
lo que tu historia te diga? ¿Qué memoria, una afección cualquiera, puede
resistir al corazón del Amor? ¿Qué sufrimiento puede quedar cuando el Infinito
alumbra tu efímero? ¿Qué historia todavía tienes que cumplir o llevar cuando el
Amor está aquí, cuando el Amor es revelado?
Así acaba el Cara a Cara individual final. Ahora estás listo,
pienses lo que pienses y diga lo que diga tu persona, para vivir lo que está
por vivirse: la disolución final. Entonces, mi amigo, mi amado, mira, mira. No
al exterior de ti, no en la observación de lo que se celebra en este mismo
momento en tu conciencia y tu cuerpo, en tu energía, no te ocupes de eso y
llévate al corazón de ti mismo, y allí mira, ve, escucha y vive lo que Eres, lo
que siempre fuiste, y lo que siempre serás.
Cuando el canto de la Resurrección comienza a cantar en tus
oídos, anunciando las Trompetas y la Llamada de María, cuando el Fuego se
despliega por el encendido de tu Merkabah, dándote a vivir variaciones
térmicas, no te preocupes de eso. A medida en que entras en lo íntimo de tu
corazón, todo lo que era periférico y efímero desaparece por sí mismo, sin
esfuerzo, sin preguntas y sin aprehensión. Sólo tú puedes dar este último paso
a fin de darte cuenta de que nunca anduviste, que nunca evolucionaste, porque
todo ya es perfecto desde el comienzo de tu tiempo, hasta el final de tus
tiempos.
Ahí está la revolución, ahí está la revelación, descubrirte
tú mismo y por ti mismo, en ti mismo, dándote a ver el conjunto de los mundos
presentes en ti, el conjunto de los universos, el conjunto de los hermanos, el
conjunto de las hermanas, el conjunto de los pueblos galácticos, el conjunto de
los ángeles, pero también los que son llamados Arcontes. Todo esto sólo pudo
existir porque estaba ya presente en ti, más allá de todo escenario, de toda
historia y de toda salvación.
Los velos del aislamiento, del confinamiento, viven sus
últimos instantes, sus últimos momentos, como tu efímero. Entonces regocíjate,
canta con nosotros el canto de la Liberación, las sílabas sagradas del
OD-ER-IM-IS-AL. Deja tus Estrellas resplandecer en la diadema de tu frente,
deja tus Puertas ser la entrada de un agujero negro, como lo llaman los
físicos, que son ciegos a la verdad porque proyectan su mirada al exterior de
ellos, dando a ver lo que ya está en ellos.
¿Entonces qué necesitas? ¿Dónde está tu alimento?, ¿dónde
está tu alegría?, ¿dónde está tu beatitud? Ve claramente. En cuanto te sueltas,
en cuanto abandonas toda voluntad de querer, toda voluntad de ser, lo serás
instantáneamente. Date tú mismo a tu Eternidad, atrévete a dar este último paso
que precede a tu resurrección, atrévete a estar en la beatitud, porque esta es
a la vez tu naturaleza y tu esencia, porque es la única verdad.
La Alegría, desde ahora en adelante, guiará tus pasos en este
mundo hasta su vencimiento colectivo, cualesquiera que sean las circunstancias
de tu cuerpo, cualquiera que sea la persistencia de cualquier historia.
Viéndote, sabes que no existe ninguna historia que pueda valer respecto a lo
que Eres. Es lo que hoy te libera, por la Gracia del Fuego Ígneo, por la Gracia
de los acontecimientos cósmicos, terrestres y sociales.
La Vida te va a pedir cada vez más una única cosa, la de
manifestar el Amor, de manera cada vez más permanente, en las circunstancias
más terribles como en las más ligeras, porque una como la otra de estas
circunstancias no puede alterar lo que Eres. Vivas lo que todavía vivas que te
haga creer lo contrario, poco importa. Osa. Atrévete a mirarte, atrévete a
verte y olvídate en el seno de una identidad, olvídate tan pronto tengas la
ocasión, la oportunidad o la suerte. Entonces el Fuego te llevará a lo que
eres, a veces con estruendo, a veces con dulzura, pero siempre en la beatitud y
el éxtasis.
El testigo de tu libertad, el testigo del Amor que eres, se
ve en tu efímero. No solamente por la vibración sino más por la alegría, el
brillo de tu mirada y de tu sonrisa que puedes llevar en cada mirada exterior,
en cada encuentro, en cada circunstancia de tu vida que la Luz te pide vivir.
Si ves esto, entonces te digo gloria, gloria a la Luz, porque
estas por fin en liberación, por fin has llegado al término de un camino que
nunca existió y estas finalmente resucitado.
Más ves lo que Eres, más la crucifixión pasará sin dolor y
sin esfuerzo, ahí también.
Entonces en cualquier situación que estés, en cualquier plano
de tu efímero, te llamo hoy de manera más intensa que nunca porque estás listo.
Pienses lo que pienses, incluso si piensas lo contrario, esto es una mentira de
tu efímero o de tu persona, pero no es la verdad de la Luz – ahora, te lo
recuerdo, eres la verdad de la Luz.
El Fuego Ígneo, el Fuego vibral, obran en ti, creando las
circunstancias más justas para vivir tu desaparición. Entonces cuando el
éxtasis se vive, cuando la beatitud se vive, no busques retenerla, no busques prolongarla,
conténtate con mirar, conténtate con sonreír y todo lo demás desaparecerá por sí
mismo sin dificultad alguna.
Esto es ahora, no es mañana, no es pasado mañana, esto no
depende más de la Llamada de María, ni de la visibilidad del signo celeste,
porque la Gracia de la Luz alcanza en lo sucesivo tal intensidad, sobre la
tierra como en tu cuerpo, que todo será cumplido real y concretamente en el
plano etérico de la Tierra, sobre el plano etérico de tu cuerpo efímero y en
adelante en tu misma materia como en la materia de la Tierra.
Escucha, acoge la Alegría, acoge la beatitud y éxtasis; ¿qué
puede haber más importante que esto? ¿Qué obligación, qué sufrimiento, qué
historia podrían tratar de imponerse a esta verdad del Amor? Todo depende ahora
de tu intención, todo depende ahora de tu mirada, todo depende sólo de ti.
Entonces te lo digo, estás listo, y cada día perfeccionas lo
que está preparado para la alegría del éxtasis y de la beatitud, haciéndote situarte
cada vez más a menudo, a veces a la espalda de tu conciencia ordinaria, en la
postura llamada de “observador”. El observador no está afectado, ni por la
muerte del cuerpo, ni por el sufrimiento, ni por ninguna circunstancia de este
mundo efímero. Si ves esto, entonces llegaste a tu destino.
He aquí lo que te dice el Silencio, he aquí lo que te dice el
Fuego Ígneo ahora, viniendo a apoyar mis palabras y a apoyar mi vibración:
… Silencio…
Entonces vive, vive lo que Eres, sin demora, sin miedo. Nada
de tu efímero puede mantenerse frente a lo que está aquí.
… Silencio…
En lo que te digo, no olvides que yo soy tú. No resistas,
eres la verdad; no resistas, eres la Vía; no te opongas, eres la Vida. Así, el
Amor se despliega, este Amor que vas de momento a sentir por el Fuego de tu
Corazón, ahora se manifiesta, independientemente de toda ayuda vibratoria y de
todo soporte de conciencia, cualquiera que sea. Entonces velo y vívelo.
Nunca hubo puertas, nunca hubo obstáculos, sal del sueño de la
ilusión de este mundo. Eres Absoluto, eres el Último, todo el resto se apaga
por la Gracia de la Luz.
Así como lo sabes tal vez, como lo viste tal vez, cada
Corazón de cada conciencia de cualquiera que sea la forma es siempre el mismo
Corazón, porque todo es Uno. Esto no es más un mantra, esto no es más una
esperanza, esto no es una búsqueda, esto es la verdad del instante presente.
Esto es espontáneo, esto es directo.
Escucha el Coro de los Ángeles que bailan alrededor de tu
Corazón y en tu Corazón.
Escucha el Amor que canta y baila en tu Corazón, pero también
en la periferia de tu forma. En todas tus estructuras, efímeras como eternas,
el Amor toma todos los lugares y todo el espacio.
… Silencio…
En lo que vives, ¿qué lugar puede quedar para tu historia,
para este mundo? Porque incluso si no le vives, tu Reino no es de este mundo;
estás sobre este mundo pero no eres de este mundo. Nunca hubo caída, no hay
pues nada que redimir, tienes solo que darte cuenta.
Mis palabras, en este instante, serán cada vez más
espaciadas, porque no necesitas más de ser guiado por mis palabras sino por tu
Corazón. Simplemente algunas palabras tendrán un poder de resonancia en lo que
Eres, en tu Eternidad.
… Silencio…
En este instante, el tiempo no está más, la forma se
disuelve. Una fogata crepita de alegría en tu Corazón y en tu conciencia.
En este instante, ¿qué puedes necesitar aún, qué falta puede
aparecer? ¿Qué efímero podría forzar lo que está aquí?
… Silencio…
Entonces, te lo pregunto: en este instante, ¿qué puedes ser,
más que todos los posibles del Amor? ¿Cuál es tu necesidad?, ¿cual sería tu
falta, si no es una ilusión proyectada sobre la pantalla de tu conciencia? Los
pueblos de la naturaleza te mostraron tal vez, en algunos contactos, la
verdadera cara del Amor. Ves allí la espontaneidad, ves su evidencia; eres
igual, no hay diferencia, no hay distancia.
… Silencio…
El Amor sin final ni principio, el Amor que no necesita de
mundos, ni de dimensiones, ni de conciencias, y aún menos de individuos, este
Amor es la integridad de lo que Eres. Nada más puede esconderse ahí, porque el
Amor ya es todo. Sin Amor, ninguna vida, incluso en este mundo encerrado,
podría existir o ser; solo las apariencias te impidieron vivirlo. Hoy, las
apariencias no representan nada más en cuanto que te ves. No dudes, no
reflexiones porque estas comprometido al Amor y a nada más.
Y esta llama que eres sólo puede crecer y aparecer cada vez
más, en el seno mismo de tu ilusión de este mundo.
Escucha el Coro de los Ángeles que canta en tu corazón y en
tus oídos. ¿Qué palabra puede ser más importante, que pensamiento puede
aprehenderlo, que lógica puede explicarlo, que forma podría contener esto? Y
sin embargo esto se vive en este instante, cualquiera que sea el estado de tu
efímero.
Entonces atrévete. No hay nada que encontrar, no hay nada que
probar, no hay nada que perder. Hay solamente la evidencia de esto y eso es
todo. No guardes nada, no retengas nada, déjate atravesar. Lo que Eres, es eso.
No hay palabras para interpretarlo, sólo hay palabras para cantarlo, para
glorificarlo. Escucha los cantos de alabanza.
… Silencio…
Estoy contigo por la Eternidad, regocíjate.
… Silencio…
¿Qué palabra, qué frase, qué energía puede acompañar a esta
majestad? El Amor es libre y fluye por todas partes. No retengas nada, no
guardes nada.
… Silencio…
Al más alto de los cielos como en lo más hondo de la Tierra,
el Amor está allí, tú que estás vivo.
Entonces, ¿acaso tu persona es útil en el Amor que está allí?
Mira, y ved. Ahí está tu libertad, ahí está el éxtasis.
… Silencio…
En el Sí, en tu Presencia Infinita, todo está ahí, cualquiera
que sea tu resto efímero; ahí es el don de la Gracia que participa del don de
María, en el momento de su Llamada.
… Silencio…
Estoy contigo por los siglos de los siglos, en toda dimensión,
en toda forma como en lo Informe, porque yo soy tú.
En este instante, no tengo más palabras que añadir.
En un momento ulterior, vendré de nuevo en ti para alumbrar
lo que lo efímero todavía puede decirte, lo que tu efímero todavía puede tener
de inquietud, de interrogación. Entonces dondequiera que estés, permítenos prolongar
este instante, date la Paz, date el perdón, borra de ti mismo todos tus
errores, ellos también están en la ilusión. Entonces la Gracia puede
desplegarse en su totalidad.
… Silencio…
Déjame tocarte, acariciando tu rostro. Incluso efímero, en
este instante resplandece de gloria y de belleza, bien más allá de toda
perfección material, porque en este instante la perfección del Espíritu y de la
Luz son tú, contigo y en ti, como en mí.
… Silencio…
Mi amigo, mi amado, guardo ahora silencio; me retiro en ti
porque ahí está mi sitio y el tuyo. Volveré para responder a tus
interrogaciones manteniendo la beatitud, porque ninguna pregunta puede venir
ahora a enturbiar tu beatitud, ningún síntoma de tu cuerpo como ningún síntoma
de tu persona.
Entonces puedo decirte hoy: «Bendito sea el Eterno, bendita sea
tu eternidad». En tu nombre, aúno los tres en Uno.
Dondequiera que estés, te rindo gracia; quienquiera que seas,
el mismo ardor de amor te es dado.
Bendita sea tu presencia.
Bendita sea nuestra comunión.
Ahora me retiro en cada uno de ti, manteniendo tu llama y tu
éxtasis, porque eres mi amor. Quédate así en el instante, el tiempo que te sea
necesario, el tiempo que desees.
Hasta siempre.
… Silencio…
* * *